¿Dónde vamos a parar?

Para empezar, si los matrimonios gays te parecen anticonstitucionales mejor, para ti y para mí, que no sigas leyendo.

Y es que hoy vengo indignada no, lo siguiente, y todo porque ese ministro, que tan bien me ha caído siempre, aunque algunas de mis creencias disten mucho de las suyas, haya tenido “espuelas” para decir que su opinión es que estos matrimonios no son anticonstitucionales.  Y claro, los que huelen a alcanfor, los que cierran armarios impidiendo que la libertad airee un poco a la sociedad más rancia, van y se ponen de uñas diciendo lo contrario. Vamos a ver señores míos, siempre se dice que para atrás ni para coger impulso y ahora, en pleno siglo XXI y con una crisis económica que se está comiendo la esperanza de todo un país, van y  se complican la vida, y nos la quieren complicar, retrocediendo en el tiempo.

Si es que no se enteran que ya era un objetivo conseguido y que “matrimonio” es la unión de dos personas que quieren formalizar legalmente una unión, una pareja, un amor… Que esto no tiene nada que ver con sexos, que es una batalla ganada por personas;  que su  demagógica iglesia puede cantar misa, que esto forma parte de la sociedad no del clero y que deben respetarlo del mismo modo que yo respeto que unos señores vestidos como en la mismísima edad media realicen un ritual, porque de eso se trata, repetir y repetir siempre lo mismo, en el nombre de un Dios del que nunca se ha probado su existencia. Ay! Que me ahogo.

Pues eso, que esto es un derecho social, que aquí no se pide que nadie bendiga a nadie y que si Jesús se presentara de improviso en sus feudos religiosos se llevaría las manos a la cabeza y los echaría con el látigo en mano como ya hizo con aquellos mercaderes que en tiempos lejanos llenaban las iglesias. Vamos a ver, que el Nazareno se rodeaba de gente normal, que vestía con ropas normales, que se movía entre rameras, y leprosos de la misma manera que lo hacía entre pescadores y recaudadores de impuestos. Que miraba a las gentes cara a cara, sin necesidad de subirse a ningún púlpito para mirar a los fieles desde arriba. Que predicaba el “amarse los unos a los otros”, el “no juzguéis para nos ser juzgados”, el “dar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”, que decía : BIENAVENTURADOS LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DE JUSTICIA, PORQUE ELLOS SERÁN SACIADOS.  Dejen que se sacien. Se supone, que ustedes, los seguidores de su evangelio deberían seguir sus pasos y practicar la tolerancia y la pobreza y buscar la paz y no el enfrentamiento.

Y digo yo que el que se sienta católico y crea que un matrimonio debe ser entre un hombre y una mujer también debería recordar, practicar y reivindicar el NO a las relaciones prematrimoniales, el NO a acumular riquezas (antes entrará un elefante por el ojo de una aguja a que un rico entre en el reino de los cielos), el NO a la anticoncepción… y defenderlo y llevarlo ante los tribunales. Pero claro, esa es otra historia que conviene no tocar.

Y como sé que alguien va a venir a decirme que una cosa es lo eclesiástico y otra la constitución, que es de lo que dicen va el tema, yo les preguntaría ¿dicha constitución, valga la redundancia, no nos dice que todos somos iguales ante la ley, que no debe haber discriminación por sexos? entonces…esto viene por otro camino que se llama RELIGIÓN Católica, no nos engañemos.

Lo digo como lo siento y que a gusto me he quedado.

Se admiten opiniones divergentes, ¡¡estaría bueno!!